19 Ago El escenario del Teatro del Bicentenario se convierte en un tablao para Requiem
Con producción integral del TB, el coloso cultural volverá a mostrar el talento artístico local y la capacidad técnica de sus equipos en Requiem, la vanguardista obra de danza dirigida por el coreógrafo español Yoshua Cienfuegos que sube a escena el viernes 19 y el sábado 20 de agosto.
Con 15 bailarines (el doble de la puesta original), un cuarteto de cuerdas dirigido por Laura Lanzi, la actuación de Sol Quinto y del tenor Santiago Martínez, el TB mostrará un Requiem de alto vuelo y que tiene un gran valor agregado.
«Es una apuesta a una estética donde confluyen diferentes lenguajes artísticos; Yoshua interpela y brinda múltiples opciones a la audiencia y esto hace que el hecho artístico sea particularmente gratificante y conmovedor» dijo Silvana Moreno, directora general del TB, quien agregó: «El equipo del Teatro del Bicentenario, pone en marcha toda su maquinaria, su fuerza realizadora, sus talleres, sus miradas certeras, apuntando a un mismo objetivo: una escena que maravilla, impacta y atrapa».
«Hace dos años, el Teatro inició un proceso de encuentro y acercamiento con Yoshua y su propuesta estética, que involucra su método de danza y su perspectiva artística amplia y multidimensional que empezó al concretarse la Residencia creativa que el coreógrafo llevara adelante durante agosto de 2021 y continúa ahora con el proceso 2022 de reposición Requiem que significa un desafío artístico y escenotécnico para el Teatro» manifestó Moreno.
EL TABLAO
Para acompañar esta pieza singular, estrenada en 2019 en Valencia, el TB trabajó dos meses en el diseño de la puesta escenotécnica para este espectáculo que produjo desde el inicio y que requirió nuevos desafíos. Uno de ellos, el más grande, fue crear un escenario sobre el escenario.
En junio los equipos técnicos del TB comenzaron a preparar la construcción de un tablao de grandes dimensiones metros que se instalará sobre el escenario de la sala principal. La dificultad radicaba en crear una pieza de escenografía sobre la que se pudiera bailar.
Con el concepto de la obra presentada en España se creó desde cero la puesta escenotécnica para la que trabajaron en conjunto la oficina Técnica a cargo de Jorge Moreno y la dirección escenotécnica de Sergio Manganelli. La propuesta incluyó un tablao de ocho metros por ocho metros y una pasarela de dos metros por once metros de largo realizada en ‘practicables de madera’ que fueron nivelados y tratados para tener un espacio escénico adecuado para la danza. Para la estructura- que fue planificada por el personal técnico de Maquinaria en la coordinación de Diego Miriani, se usaron placas de MDF, que fueron tratadas para su aislamiento y calibradas para que fuera cómodo el desempeño de los bailarines, sin generar lesiones.
Luego se realizó la pintura escénica que es un trabajo artístico en sí mismo. Los productos utilizados son de baja toxicidad y fueron aplicados de manera minuciosa para conseguir un piso suave, con la adherencia justa para la interpretación de los bailarines.
La escena recrea un cementerio y el tablao es una lápida. Por eso se pintó recreando la textura de mármol en tonos de colores marrón, rosa y variedades de grises. Estará rodeado de ‘tierra’, que será simulada por 800 kilos de caucho granulado color negro , que fue lo más difícil de conseguir.
El tablao, además, funcionará como una pantalla de proyección, que interactuara con los artistas recreando texturas, textos, situaciones que tienen que ver con la poética de esta obra.
En la ultileria, a cargo de María Carbajo, también se trabajó en crear objetos que tuvieran el tamaño y la estructura necesaria para que los bailarines los puedan manipular sin dificultad, como tachos de distintos tamaños que fueron reforzados internamente para que los artistas pudieran subirse y actuar sobre ellos. En esta área, las piezas fueron soldadas, pulidas y pintadas con gran oficio, respetando la puesta en escena original, para generar múltiples colores y texturas.